El viaje no siempre es recto: mindfulness para afrontar lo inesperado

¿Te ha pasado alguna vez que te pierdes en una ciudad desconocida, el GPS ya no sabe qué hacer contigo y solo piensas: “¿cómo salgo de esta”?
A mí sí. Más de una vez. Y aunque ahora me río al contarlo, en su momento no fue nada divertido.

Hace tiempo que quiero compartir algo muy concreto: cómo las herramientas de bienestar, el mindfulness y la gestión emocional no solo sirven para momentos de meditación o reflexión profunda, sino que también pueden ayudarte en el día a día, incluso en situaciones tan mundanas como un viaje en coche.

Mi intención con este artículo no es dar consejos ni lecciones, sino mostrar de forma natural y práctica cómo he ido integrando estas herramientas en mi vida cotidiana. Porque sí, mi vida no es perfecta, tengo problemas y desafíos cada día… pero ahora me manejo mucho mejor que antes.

Soy de las que necesita prepararse con antelación: ver el mapa, buscar aparcamientos con Street View, calcular rutas alternativas. Eso me da calma. Pero incluso con toda la preparación, a veces los imprevistos llegan. Y ahí es donde entra lo aprendido: mindfulness, confianza, autocompasión y una buena dosis de sentido del humor.



🛤️»Yo me atrevo… porque no me queda otra»

Muchas veces me dicen: “Es que tú te atreves”. Y yo pienso… sí, claro, pero no es porque no me dé miedo. Es porque muchas veces siento que no tengo otra alternativa. Que tengo que hacerlo, sí o sí.

Ahora bien, siendo completamente sincera, siempre tienes la opción de decir “no, no lo hago”. Nadie te obliga a lanzarte si no quieres. Pero en mi naturaleza está siempre el intentarlo, salvo en casos muy excepcionales en los que tengo claro que mi respuesta es un “no” rotundo y sin vuelta atrás.

Prefiero intentarlo, enfrentarme al miedo y dar ese paso, aunque sea con dudas, antes que quedarme paralizada por el temor o la incertidumbre.

Lo que no se ve es lo que hay detrás de ese “atreverse”: yo también me agobio, he soñado mil veces con llegar tarde, perderme o no saber qué hacer. Muchas veces lo he hecho con miedo. Muchas veces he tenido que encontrar la fuerza para seguir adelante, aunque no tuviera todas las respuestas.

Me atrevo porque en el fondo sé que si no lo hago yo, nadie lo hará por mí.
Y aun así, sigo adelante.

Porque cada vez que me enfrento a esos momentos, el miedo se hace más pequeño. Mindfulness también es eso: estar presente cuando todo dentro de ti quiere salir corriendo. Respirar cuando la mente grita. Confiar, aunque no lo tengas claro. Y descubrir que puedes más de lo que creías.

La primera vez que viajé en avión fue por trabajo y era mi primera vez en la vida. No sabía ni cómo facturar ni cómo moverme por el aeropuerto. Aun así, fui.
Durante semanas soñaba con el viaje: llegar tarde, quedarme sin dinero, perder el vuelo. No era miedo al avión, era miedo a lo desconocido, a todo lo que pasa antes de volar.

Ese patrón se ha repetido muchas veces: el tráfico en Madrid, aparcar en Ronda, cruzar Viena, entrar en túneles interminables… ¿Sabes qué? He pasado por todo eso. Y poco a poco, en cada viaje, he ido superando algo.

Ahora pienso: ya he estado 6 veces en el aeropuerto de Madrid. Ya no necesito agobiarme por eso. He conducido en Viena y he salido de ahí después de equivocarme. He aprendido que si hay tráfico, se pasa con atención. Que si me pierdo, me encuentro.

Y eso también es mindfulness. No es sentarse a meditar. Es respirar cuando entras en ese tramo difícil. Confiar cuando no está claro. Aprender a estar contigo sin machacarte.
Y, sobre todo, mirar atrás y decir: antes esto me paralizaba… y ahora ya no.


🌍Mindfulness en el viaje y en los pequeños retos del día a día

Algunas semanas estoy de viaje por trabajo. Aunque no son viajes de placer, siempre trato de encontrar tiempo para darme un paseo, disfrutar del entorno y conectar con la gente, porque esos momentos son un pequeño regalo cuando estás fuera de casa.

En mis viajes, como en la vida, me encuentro con pequeños retos que pueden parecer insignificantes para otros, pero que para mí son pruebas de paciencia y presencia. Por ejemplo, perderme porque tomé una salida equivocada en Viena o Karlsruhe (Alemania), donde el GPS literalmente no sabía qué hacer conmigo, o encontrar aparcamiento en ciudades complicadas.

Estas situaciones me enseñan que equivocarse es parte del camino. A veces la vida no es una ruta recta y clara, y está bien dar vueltas y buscar alternativas. El secreto está en mantener la calma, respirar y ser amable contigo mismo. Al final siempre hay salida, aunque tengas que dar mil vueltas para encontrarla.

Mindfulness no es solo meditar en un cojín, sino estar presente y consciente cuando la vida te pone estas pequeñas pruebas. Es un acompañante que me ayuda a no agobiarme, a aceptar que voy a equivocarme y que eso no define ni limita mi viaje.

No quiero que nadie sienta que “tiene que” superar estas cosas rápido o de una manera específica. Cada persona tiene su ritmo y sus batallas. Lo importante es ser amable contigo mismo y reconocer cada pequeño avance como un logro.

Este viaje me ha recordado que mindfulness no es solo para momentos especiales, sino para acompañarnos en el día a día, en esos detalles que parecen “tonterías” pero que construyen nuestra confianza y bienestar poco a poco.

Así que si alguna vez te sientes atrapado en un atasco, confundido con una ruta o con miedo a dar el primer paso, recuerda que estás haciendo lo mejor que puedes y eso ya es suficiente.


📍La vez que el GPS ya no sabía qué hacer conmigo: mi aventura en Karlsruhe

Una de las cosas que me han pasado en mis viajes y que ahora me hacen reír, pero que en su momento fueron un pequeño caos, fue en Karlsruhe, Alemania.

Me equivoqué de salida en la autopista. Allí, a diferencia de España, las salidas no están numeradas justo en el cartel donde decides salir. El número aparece antes, y si no prestas atención, se te pasa. Yo estaba acostumbrada a verificar el número en España y, claro, me entró la duda, así que tomé la salida equivocada.

Me metí en la ciudad y empecé a callejear sin rumbo. Era una ciudad grande y el GPS me obligaba a dar la vuelta, pero estaba en una calle con varios carriles y un semáforo. ¿Cómo narices daba la vuelta? ¿Girar a la izquierda hacia dónde? ¿Cómo hacer el cambio de sentido? Me quedé quieta y cuando el semáforo se puso en verde, giré a la derecha (ya pensaré algo).

El pobre GPS parecía no saber qué hacer conmigo, me indicaba “da la vuelta”, pero era imposible: calles estrechas, coches aparcados, tranvías… no había espacio. Así que seguí adelante y, al final, encontré la salida correcta.

Iba con mucho agobio porque tenía una cita importante, pero menos mal que salí con tiempo y pude llegar puntual, aunque perdí media hora en esa aventura.

Esta experiencia me recuerda que no todo es “happy happy” en la vida y los viajes. Hay retos que nos sacan de nuestro camino, pero se pueden superar con calma y paciencia.

En mi proyecto de mindfulness quiero transmitir esto: no solo la teoría bonita, sino la parte práctica, la que usamos en el día a día para afrontar retos, ser amables con nosotros mismos y seguir adelante, aunque todo se complique.

🚧Otra aventura con el GPS: cuando la rotonda estaba cortada

En otra ocasión, también en Alemania, no me perdí, pero la salida que debía tomar en una rotonda estaba cortada por obras. Mi amigo Google no tenía la información actualizada, pero le perdono porque casi siempre me salva.

Tomé otra salida hacia un pueblo cercano, pero el GPS me seguía enviando de nuevo a la salida cortada. Entonces, se me encendió una lucecita: “Tiene que haber alguna indicación para llegar a mi destino”.

Volví a la rotonda y busqué con atención una señal que indicaba una ruta alternativa. Me quedé con el nombre de la carretera (una U con un número sencillo) y tomé esa referencia.

Durante 15 minutos, el GPS seguía insistiendo en mandarme de vuelta, pero lo ignoré y seguí por mi cuenta. Al final, se dio cuenta de que no le iba a hacer caso y recalculó la ruta. Así que volvimos a ser amigos.

Esta experiencia me recuerda que, a veces, confiar en nuestra intuición y observar el entorno puede ayudarnos más que depender ciegamente de la tecnología.


🗺️Anécdotas de Angie: meteduras de pata en el camino (III)

Y no creas que solo en Alemania me pierdo. En Madrid también tengo mi récord personal.

Estaba en el parking de larga estancia de las terminales 1, 2 y 3, intentando salir con el GPS diciéndome por dónde ir, pero el GPS me indicaba girar a la izquierda y desde ahí no podía hacerlo.

Me tocó ir a la derecha, hacer una rotonda y regresar, pero en esa rotonda el GPS me señalaba una salida con el nombre de una calle que no veía por ningún lado. Imagina las vueltas que di…

Para colmo, era de noche, llovía a mares y mi batería estaba al 13%, sin cargador porque el cable se me había roto.

Después de dar vueltas, volví a la rotonda del principio y encontré la calle, pero a partir de ahí ya estaba todo perdido, no tomaba la salida adecuada en ninguna de las rotondas. Estuve callejeando sin rumbo y cuando por fin aparecí en la A4, a los pocos kilómetros se me acabó la batería.

Menos mal que pude seguir los letreros y finalmente salir de Madrid.
Desde entonces he comprado un montón de cables de carga para que no me vuelva a pasar.

¿Conclusión? Aunque aprenda y me lo tome con calma, no hay viaje en el que no me pierda al menos una vez.
Porque la vida, igual que en la carretera, está llena de vueltas inesperadas.


No todo es “happy happy”, pero sí más consciente

Lo que quiero transmitir con todo esto es que no hace falta que todo sea perfecto para sentirse bien con uno mismo.
No hace falta tenerlo todo bajo control. Y no hace falta estar feliz todo el tiempo. Al contrario.

Yo también tengo retos cada día. No siempre me apetece enfrentar ciertas cosas, pero las hago.

La psicología positiva no consiste en ser feliz siempre, sino en aprovechar tus fortalezas para afrontar los desafíos con otra mirada.

Lo mismo ocurre con el mindfulness: no es estar zen todo el día, sino vivir con presencia, amabilidad hacia uno mismo y resiliencia, incluso cuando todo parece torcerse.

Este artículo no pretende ser una guía paso a paso. Es solo una historia real, desde la experiencia, para recordarte que tú también puedes gestionar tus “Karlsruhe” diarios.

Sí, hay herramientas. Sí, puedes integrarlas poco a poco.
No se trata de evitar los problemas, sino de aprender a atravesarlos con un poco más de calma y confianza.

Este proyecto no nace de una vida perfecta ni de un camino sin tropiezos. Al contrario.
Quiero compartir lo que me ha servido en el día a día real, donde hay tareas que dan miedo, decisiones difíciles o momentos de bloqueo.

Por eso no me centro solo en la teoría, sino en cómo aplicar herramientas prácticas que realmente se integren en la vida cotidiana para mejorar el bienestar.

Porque no se trata de vivir sin obstáculos, sino de aprender a caminar con ellos… con más calma, confianza y amabilidad hacia uno mismo.


🧭 Consejos para no perder la calma cuando te pierdes (literal o figuradamente)

No pierdas la calma
Mantener la cabeza fría es lo único que te ayudará a pensar con claridad, aunque sé que es difícil.

Confía en el GPS… pero usa el sentido común
A veces se equivoca o no es la mejor opción. Si te mete por caminos raros, ignóralo y sigue recto. Ya aparecerá una salida mejor.

Si puedes, para
Busca un sitio seguro, respira hondo y revisa tu ruta con tranquilidad. A veces un parón a tiempo evita muchas vueltas.

Confía en ti
No estarás perdido para siempre. En algún momento aparecerá algo familiar y todo empezará a encajar.

Usa el modo peatón (aunque vayas en coche)
Literal o no, caminar a veces es la mejor solución. Si tu destino está en una calle imposible, aparca en una vía principal y llega andando. Es más saludable y menos estresante.

Adáptate a lo que hay
A veces no puedes volver por donde saliste ni acceder al sitio que tienes delante desde donde estás. Respira, replanifica y sigue. El camino aparece.

Ten sentido del humor
¿Te perdiste en el aeropuerto de Frankfurt mientras nevaba y el GPS se puso en modo “ir andando”? Pues nada, luces de emergencia, cambio de ajustes y a tirar pa’lante. Ya lo contarás como anécdota.

Y si te da miedo, que no te paralice
El miedo es natural, pero no tiene por qué decidir por ti. Busca soluciones creativas. Siempre hay una forma de seguir… aunque sea dando un rodeo bonito.

Y si eres despistada, juega con ventaja
Si necesitas referencias visuales y no te gusta ir a la aventura, revisa antes la ruta en Google Street View. Así te haces una idea del terreno, las calles, dónde aparcar… y llegas con más tranquilidad.

El GPS ayuda, sí, pero también se equivoca: puede mandarte a girar justo donde hay una calle en dirección prohibida. ¿La solución? Sigue recto, replanifica y mantén la calma. Siempre se sale. Nada es para siempre. Lo importante: calma y confianza.


🧘‍♀️ ¿Y qué tiene que ver esto con el mindfulness?

Aunque parezca solo una historia de carretera, en estas situaciones he puesto en práctica (casi sin saberlo) varios principios del mindfulness:

Atención plena al momento presente
Cuando me pierdo, me centro en lo que ocurre ahora: la carretera, las señales, mis opciones. No puedo estar en bucle pensando en lo que debería haber hecho o si llegaré tarde.

Aceptar la situación tal como es
Sí, me equivoqué de salida. Sí, estoy dando vueltas. Aceptarlo me ayuda a no entrar en pánico y a tomar decisiones desde la calma.

Autocompasión y paciencia
No me machaco por equivocarme. Me hablo con amabilidad (o al menos lo intento) y me doy permiso para errar. Lo importante es resolver, no hacerlo perfecto.

Confianza en que todo pasa y se resuelve
Como en la vida, en la carretera también: siempre se sale. Las situaciones cambian. Las salidas aparecen. Solo hay que mantenerse presente y confiar.

🏁Conclusión

Al final, cada viaje —en carretera o en la vida— está lleno de curvas y desvíos inesperados. No siempre puedes controlar el mapa, pero sí cómo lo recorres.

Cuando miro atrás y pienso en todas las veces que me he perdido, sonrío. Porque aunque en el momento todo parecía un caos, siempre encontré el camino. Y creo que eso es, en esencia, vivir con mindfulness: aprender a estar presente y confiar en que, con calma y paciencia, siempre se encuentra la salida.

Angie 🦋

Gracias por leerme 💜 Si crees que esta historia puede inspirar a alguien más, ¡compártela!

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